botones

26 de noviembre de 2012

¿Panamá es Latinoamérica?

“Panamá es muy gringo”. “No parece el mismo continente”. “Es raro”.


Esas y otras frases fueron la que recibíamos de parte de muchos viajeros, o que habíamos leído en blogs. En cuanto a radios comunitarias, los comentarios no eran muchos más alentadores. Con esas incógnitas llegamos al primer país de Centroamérica, sin saber mucho con qué nos encontraríamos.


el fuerte de Portobelo


La entrada
Pasadas las incertidumbres de lo que sería el viaje en velero, y con más experiencia en la mochila sobre la vida náutica, lo que nos quedaba por enfrentar era el ingreso a Panamá. Algo complicado para los viajeros, por lo difícil y costoso de llegar y luego por las exigencias de migración. Por ejemplo, piden tener un pasaje de salida del país, especificar una dirección donde uno estará, y hasta pueden pedir mostrar la solvencia económica para entrar. Pero bueno, como siempre, depende del funcionario de turno, del humor con el que durmió y de los astros.
atardecer en Portobelo

En nuestro caso, llegamos el viernes a última hora con el velero a Portobelo, un lugar donde no suelen llegar las personas que ingresarán al país por tierra. Allí, más bien llegan solo los veleros que hacen el trámite para poder navegar por aguas panameñas. Así fue que esperamos al sábado para desembarcar. Bien temprano preparamos las mochilas y nos subimos al bote para llegar finalmente a tierra firme. Pensábamos hacer los trámites y viajar hasta ciudad de Panamá. Resultó que la oficina estaba cerrada hasta el lunes. No quedaba más alternativa que volver al velero por dos días más. El detalle fue que nos dijeron que cuando hiciéramos los trámites de entrada habría que pagar 100 dólares por cada uno. Casi morimos del susto. Pero al parecer había sido un decreto que duró solo unos meses, por lo que nadie sabía bien cómo era la cosa. Al final, todo resultó sencillo. Solo hicimos la entrada y no pagamos nada.
A eso del mediodía tomamos un bus hacia Colón y ahí a esperar el que nos llevaría a Panamá City.
La bienvenida y... ¿un tango panameño?
Al llegar nos esperaban Juliana y Michiel, una pareja colombo-holadensa que habíamos contactado por una red de viajeros, y quienes muy amablemente nos hospedarían en su casa.
cruzando el conocido "Canal de Panamá"

Nos recibieron de la mejor manera. Compartimos charlas muy lindas e interesantes, comidas, risas y hasta un baile.
A la mayoría de los viajeros argentinos nos pasa que donde llegamos nos piden que bailemos un tango. ¡Como si todos los argentinos supiéramos cómo hacerlo! Más de uno se sorprende cuando respondemos: “no tenemos ni idea”. Les cuesta creer que un argento no sepa ese baile que tanto nos caracteriza en el exterior. Entonces ahí es cuando empezamos a contarles que el tango en muy de la capital, y que no todos lo sabemos bailar.
de paseo con Michiel y Juliana

Pero esta vez, ante este tema de conversación los sorprendidos fuimos nosotros. Resultó que nuestros huéspedes en Panamá bailaban tango. Desde hacía tiempo iban a clases con una colombiana que había aprendido en Buenos Aires.
Un día nos invitaron a la clase...claro que aceptamos pero solo en calidad de observadores. Nos sorprendió conocer que hay una escuela de tango que enseña de una manera “descontracturada”. Una forma de baile que nunca habíamos ni imaginado. Más que ver con el dejarse llevar por su compañero/a que con seguir pasos estrictos. Es más, hasta se iban intercambiando y por momento bailaban hombres con hombres y mujeres con mujeres.
Después de estar unos días muy cómodos, no solo por la casa sino sobre todo con Juliana y Michiel, terminamos bailando unos tangos, patéticamente avergonzados, ya que todos piensan que por más de que no bailemos lo llevamos en la sangre, pero bueno la pasamos bien y aprendimos un poquito.
En casa de ellos conocimos también a Torben y Lisa, dos alemanes que también estaban de viaje y pasaron unos días. Luego nos volvimos a cruzar en otras partes de Panamá.
Primeras impresiones
Después de los primeros días en suelo panameño y sin salir de su capital, aún no podíamos definir qué pasaba en ese país. Es verdad que si uno solo se fija en los grandes rascacielos, en el famoso canal lleno de containers con nombres en inglés o en las construcciones gringas en los barrios que se formaron durante la invasión...y sí, uno siente que descuelga de Latinomérica.

Pero con solo moverse un poquito tierra adentro, ya la cosa va cambiando nuestra percepción también.


una de las caras de Panamá City

extravagantes rascacielos y las cadenas extranjeras

la otra cara de la ciudad

En el próximo post contaremos las sensaciones luego de compartir unos días en una comunidad campesina de Veraguas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario