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26 de enero de 2013

Primeros pasi-ticos

Cruce de frontera
Partimos de Bocas del Toro en la lancha hasta Almirante...desde ahí caminamos unas cuadras y agarramos justito el bus que salía para Changuinola.
Después de viajar un buen tiempo llegamos al punto donde tomaríamos el último bus panameño. Así fue que con varios trasbordos llegamos a la frontera. Una vez más los trámites de salida de un país y entrada en otro. Por suerte, fue todo bien rapidito y sin inconvenientes. 
Primera parada tica
Apenas se cruza la frontera, uno se toma un bus que llega directo a Puerto Viejo. Otro punto turístico al que suelen llegar los viajeros que vienen vía Panamá. Habíamos decidido ir unos días ahí para adaptarnos al nuevo país y coordinar con los contactos que teníamos.


Nuestra primera sorpresa fue confirmar lo que nos venían diciendo: “Costa Rica es muy cara”. Y sí, la verdad que era el país más caro de todos los que visitamos. Fue larga la búsqueda de hospedaje “económico”. Lo más baratito (en ese lugar, porque de barato no tenía nada) fue el camping. 

en el camping

Lo bueno era que estaba a orillas del mar, y que todos los días al despertarnos, con solo una mirada a los árboles, nos encontrábamos con una familia de monos que se balanceaba de rama en rama.

armamos rancho donde sea

Unos días de camping para organizar, hacer los primeros contactos y seguir camino.
La casa cónica
En Costa Rica, al igual que Panamá, poco se sabe y se habla sobre experiencias de comunicación comunitaria. Otro país que nos presentaba incertidumbres.
Nuestra casi única referencia era el colectivo Radio 8 de Octubre. Con este grupo de jóvenes es que nos empezamos a escribir antes de cruzar. Siempre nos respondieron muy predispuestos a guiarnos en el paso por su país. 
Así fue como nos sugirieron que antes de llegar a San José, pasáramos por Suretka, donde un amigo podría recibirnos y mostrarnos esa parte indígena costarricense de la que poco se conoce fronteras afuera.
Nos contactamos con Romel y nos fuimos para Suretka. Tuvimos que tomar un bus y luego esperar un laaaargo rato otro. Finalmente, llegamos donde la abuela de Romel, quien nos recibió muy amablemente. Con ella compartimos algunas charlas mientras esperábamos la llegada por la noche de su nieto. 
Con mucha solidaridad nos prestaron un lugarcito para poner la carpa. 
Estudio de edición improvisado

Al otro día, partimos con quien sería un gran guía rumbo a Amubri. Para llegar cruzamos un tramo en lancha, luego un bus y una caminata más. Ahí llegamos a casa de Natalia, quien sin saber que llegaríamos nos recibió con los brazos abiertos y con unos riquísimos platos de comida.




Lo primero que te ofrecen en las comunidades es un plato de comida

Durante esas horas aprendimos algunos aspectos de la cultura de los bribri. Pudimos conocer la casa cónica, que tiene una historia y un simbolismo especial, un lugar sagrado.


Doña Natalia también nos enseñó a moler maíz. Al mirar como zarandeaba esa enorme roca de un lado al otro, nos imaginábamos que estaba manejando una bola de nieve, liviana. Pero al intentarlo... flor de susto cuando casi esa piedra se nos cae encima. Difícil estuvo la tarea. Sin embargo, ella se movía como danzando, con una soltura y manteniendo esa roca en equilibrio con una fortaleza y destreza dignas de admirar. Y cada vez seguimos confirmando: cuánto que tenemos que aprender los que venimos de las ciudades.


Natalia y su habilidad admirable

No nos olvidaremos las charlas con ella, y lo indignada que estaba porque en la radio del pueblo, supuestamente “cultural”, todos hablaban el castellano, y no el bribri. Sin haber estudiado comunicación, ni estar al tanto de los grandes debates que hay hoy en día en defensa de la pluralidad de voces y de respeto a las lenguas ancestrales, ella mejor que nadie argumentaba sobre lo importante de que en la radio se hablara su lengua natal. Es que no se necesita saber sino sentirlo. Y ella sentía angustia al ver que a los jóvenes les "daba pena" (como le dicen cuando uno se avergüenza) hablar el bribri. Y no solo por el sentimiento de mantener viva su cultura ancestral, sino hasta desde la mirada con sentido común, con tanta claridad nos decía: “la radio se escucha lejos en las comunidades, si alguna vez pasa algo y hay que dar un aviso urgente a toda la población, es en bribri que la gente entenderá enseguida, si lo hacemos en español, muchos no van a entender y el mensaje no llegará”.
Fueron pocos días pero intensos.
De ahí... fuimos rumbo a San José, donde por ser ciudad capital pensábamos que estaríamos tan solo unos días... solo que no sabíamos con quiénes nos encontraríamos allí y cuánto tendríamos para compartir... una vez más la estadía se alargaría...
Próximo post: encuentro con los cumpas del Colectivo 8 de Octubre

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