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22 de octubre de 2011

Diez meses y algo más...


A diez meses de haber partido de nuestras casas; a siete de haber salido de nuestro país, sentimos las ganas de expresar, con algunas palabras, sensaciones acerca del viaje. Quizás, uno de los textos más introspectivos de todos los relatos que hemos hecho hasta ahora.
En un comienzo no habíamos pensamos estar tanto tiempo de viaje. Diez meses, desde un punto de vista, es demasiado. Diez meses, desde otra perspectiva, no es tanto. En los dos años que nos llevó armar el proyecto, pensábamos que a los seis u ocho meses ya estaríamos pegando la vuelta.
A los diez meses recién estamos por la mitad del mundo, por la mitad del recorrido que nos propusimos hacer. A los diez meses estamos con muchas más ganas de seguir conociendo. Ganas de conocer más y nuevas experiencias, países, amigos, historias, músicas, imágenes, sonidos.

Estos tantos kilómetros recorridos nos enseñó muchas cosas. Una de las cosas que fuimos aprendiendo es no hacer tantos planes, ya que al fin y al cabo no sirven más que para romperlos. Lo que pensamos bien temprano en la mañana, a la media mañana ya cambió. Las cosas se van dando más por intuición y sensación que por organización racional.

El que la acción de viajar forme parte de tu vida de manera continua cambia la mirada que uno tiene de los viajes. Es muy loco que el gustito, la sensación de lo distinto, que tiempo atrás solíamos sentir, al guardar la bolsa de dormir, cargar la mochila y pisar una terminal de bus, hoy sea casi una “nueva rutina”. Que lo cotidiano sea cargar la mochila, desenrollar por la noche la bolsa de dormir y volver a enrollarla a la mañana siguiente. De todas formas, el camino se encarga de afirmar que si bien es una nueva cotidianeidad, no es una rutina. Siempre aparece algo distinto, algo nuevo que no habíamos imaginado, ni aun vivido.

El viajero

Uno va cruzando mucha gente en el camino que viaja o viajó en alguna etapa de su vida. El conocido como “el viajero”, “el mochilero”. Alrededor de esos apodos hay mucho mito que dispara para varios lados.

Hay quienes piensan que viajar tanto tiempo y por tantos países implica contar con mucho dinero y que solo pueden hacerlo quienes cuentan con él a montones.
Depende la mirada de cada uno, las ganas, las posibilidades y las necesidades. Uno sale de la gran ciudad y afirma cada vez más que necesitamos cada vez menos. Aprendemos a arreglarnos con poco pero no por eso “sufrirla”. Lo hacemos por elección, porque la moneda puede determinar y limitar a veces, pero “arreglarse con poco” también es una decisión que podríamos decir hasta “ideológica” o “política”, en un mundo en el que consumir se transformó en una enfermedad pandémica.

Muchas veces lo primero que nos preguntan es: ¿cómo se mantienen? Con algunos recursos que durante algunos años hemos guardado en el chanchito, pero también gastando en lo que realmente necesitamos y no en lo que los publicistas quieren convencernos que necesitamos. Durmiendo donde se pueda y como se pueda (pero no por eso pasándola mal); comprando en los mercados hermosos que tiene este continente.

Con estas palabras no pretendemos ni buscamos hacer de esto la imagen de la panacea de viajar. No pensamos que sea la única forma de ser feliz o de intentarlo. Cada cual la busca a su manera. Como más le guste y por el camino que prefiera. A mucha gente no le gusta viajar y es válido.

Además, somos concientes de nuestras ventajas para poder realizar este proyecto y este viaje. Si bien nadie nos regaló nada para hacerlo, ni venimos de familias con mucho dinero, sabemos que tuvimos, a nivel económico, una vida relativamente estable. Que el contexto en el que crecimos pudo tener muchas menos ventajas que algunos pero muchas más que otros, lo que nos permitió tener la posibilidad al menos de plantearnos este viaje y pensar cómo poder realizarlo.

No somos héroes de nada ni de nadie. A diez meses de estar realizando lo que tanto queríamos, pero que por mucho tiempo veíamos un tanto imposible, a veces nos encontramos en la diyuntiva de pensar que si quisieran “todos podrían hacerlo”, pero a su vez también pensamos que “no todos podrían hacerlo”. Porque suena difícil decirle a una persona que trabaja 12 o 15 horas diarias, y que no llega a fin de mes para darle de comer a sus hijos, que deje todo y salga de viaje. Entonces, en ese caso decimos que sí es difícil hacer este viaje. Pero hay personas que no viven en esa situación, que sí tiene la posibilidad de elegir pero piensan que no. Sus obstáculos son más mentales que reales. Entonces, les decimos que es mucho más simple de lo que uno cree. Ni muy muy ni tan tan. El mundo está tan desigual todavía, que muchos hoy en día no tienen posibilidad de elegir casi nada. Pero también es tan perverso el sistema, que aquellos a los que tuvieron suerte de nacer en un hogar donde algunas cosas estaban saldadas, y quizá alguna elección pueden hacer, les hacen creer que es imposible y que el camino está marcado.

Descubriendo

Nuestro viaje más que para conocer distintos paisajes es una forma de relacionarnos, de encontrarnos con los hermanos de la Abya Yala o de cualquier parte del mundo que sea. Compartir el sentimiento y darnos cuenta, en ese relacionarnos, de que los latinoamericanos somos mucho más parecidos de lo que nos hicieron creer. Y claro ¿se imaginan si los argentinos, los uruguayos, los brasileros, los paraguayos, los peruanos, los bolivianos, los ecuatorianos, los venezolanos, los chilenos, los colombianos, de golpe nos encontramos, nos miramos, charlamos un rato y nos damos cuenta que tenemos las mismas tristezas, las mismas alegrías, las mismas cicatrices, las mismas heridas abiertas, la misma historia...?

¿Qué sería de nuestra tierra si quisiéramos ser una gran nación o un gran estado?

La ruta

Los contactos que fuimos haciendo antes de salir de viaje terminaron siendo una cantidad ínfima en relación a las personas que fuimos conociendo durante estos meses. Lo que genera la “magia” del camino, se encargó de que conozcamos gente con muy buen onda y un corazón enorme. Personas que nos albergaron o nos dieron una mano. Pero no por sentir cierta “pena” o “lástima”, sino por un sentimiento de hermandad, de solidaridad y de intercambio. Por querer compartir sus historias, sus costumbres y querer conocer las nuestras, las de nuestro país.

Como metodología planteamos un esbozo de itinerario, pero para nada algo fijo y cerrado. Siempre dejamos abierta la puerta para que el camino nos guíe un poco. En cuanto a las radios que vamos visitando, algunas experiencias ya las teníamos anotadas como imperdibles pero la mayoría las fuimos descubriendo en viaje.

Las radios

En charlas con algunas personas de las distintas radios o cuando en ocasiones nos entrevistan, suelen preguntarnos qué encontramos de igual o de distinto en cada radio comunitaria de los distintos países. Respondemos que diferencias hay quizás muchas. Cuando uno analiza los contextos, las formas de trabajo, las tradiciones, la diversidad florece. Pero las coincidencias también son muchas. Las ganas de comunicar, la forma de hacerlo, la pasión (motor principal de las radios comuntarias), el involucramiento, las ganas de cambiar el mundo, el periodo neoliberal que destruyó en gran parte los esfuerzos de estos medios y que por sobre todo instaló el individualismo. Al tiempito de llegar a cada una de estas emisoras populares nos sentimos en casa. Tratamos de estar todo el día en la radio, y por lo general lo hacemos. En la mayoría de ellas vivimos durante los días que allí estamos.

El enemigo está cerca

Unas de las apreciaciones a grandes rasgos que hicimos en el viaje, procurando no caer en las afirmaciones que hacen algunos que viajan y pasan dos días en un lugar y ya pretenden develar leyes rígidas en algo tan dinámico como la cultura, tiene que ver con observar que un denominador común que encontramos fue que en el inconsciente colectivo de cada sociedad, el enemigo, el ladrón o el culpable de los males de cada país (sobre todo en zona de frontera) es el vecino. En Argentina, el problema son los bolivianos, en Bolivia los peruanos y para éstos lo ecuatorianos. Quizás esto devele uno de los aspectos más profundos de las formas de dominación: divide y reinarás.

Los amigos

Jamás pensamos que en tan poco tiempo conoceríamos a tanta gente increíble. Una vez intentamos nombrar a cada uno de los que venimos conociendo y nos rendimos a los diez minutos. La cantidad de amigos que hicimos en este tramo del viaje es incontable. Es que cada vez son más y cada vez es mas difícil la despedida. A pesar de pensar que con el tiempo nos iríamos acostumbrando a la continua despedida, y que cada vez sería más fácil, seguimos la mayoría de las veces partiendo con lágrimas en los ojos. Son nuestras familias pasajeras que vamos dejando en la ruta. Con todos nos despedimos imaginando que algún día y en algún lugar del mundo volveremos a encontrarnos. Que lindo se siente el haber conocido tantas personas, tantas historias, tantas pasiones e ideales compartidos.

¿Y por casa?

A diez meses nosotros seguimos contentos. Con alti-bajos también. Sentimientos encontrados, lógicos como cualquiera. No por viajar uno está en el paraíso. Uno sale con cuestiones, sentimientos, y en camino se le cruzan nuevos. A veces alegría de esta hermosa Latinoamérica y a veces tristeza de esta contradictoria región. Como decía Atahualpa Yupanqui: “Al que se va por el mundo suele sucederle así. Que el corazón va con uno...” y por eso uno sigue riendo y sufriendo como cuando antes de partir. Hoy tenemos ganas de esto y por eso seguimos aquí. Lo hacemos y no tenemos la cabeza en otro lugar, ni ganas de otras cosas. No es ni mejor ni peor que quien puede decidir, y está en una oficina haciendo lo que le gusta y le da placer.

Cuando empezamos con el proyecto decíamos que nuestro viaje era a las radios. Pero con las experiencias vividas nos fuimos dando cuenta que en realidad nuestro viaje no es a las radios, sino a las personas que están allí día a día, a las historias de vida que hay entre sus paredes, a sus sabidurías, sus fracasos, sus triunfos. Porque es por todo ello que esas radios son una herramienta más de la lucha social, muy importante y valiosa. ¿Acaso que sería de la radio sin esas personas que están allí? Sería un aparato más en la casa. La famosa “magia de la radio” de la que tanto se habla, no es más que la pasión y esfuerzo de las personas.

Así estamos a los diez meses de partir...

4 comentarios:

  1. Hola Chicos!!!
    Leerlos es como leernos... al parecer el camino genera esas sensaciones, esas contradicciones, esos descubrimientos y esos planteos. Les deseamos que lo que resta del camino sea igual o mejor de lo que ya vivieron. Los acompañamos desde la distancia y esperamos que, pronto, nuestros caminos se crucen y hagamos un lindo proyecto juntos.
    Mucha Magia en el Camino para ustedes!! Un beso y un abrazo fuerte!
    Aldana y DIno
    www.magiaenelcamino.com.ar

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  2. Hola Pato y Pau,

    Muy lindo leer sus reflexiones tras 10 meses de camino, y sentir que estaban en lo justo al salir, justo en lo que querían y que ese camino se fue enriqueciendo y llenando de colores y pensamientos y afectos mientras lo avanzan con tanto respeto por "lo nuestro".

    Un abrazo gigante desde Jujuy!

    Anita

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  3. se los extraña! y se los disfruta en sus relatos!

    Buen viaje

    besos desde aqui!

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  4. Divino el relato chicos!, que envidia quien puede describir tan bien en un texto por lo que está pasando =)

    Besos!!

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